¡Hola! Bienvenidos a 15-0.
Aquí estamos, maravilladas por el partido que presenciamos el domingo y con el corazón deportivo roto, otra vez. España nunca nos va a dejar ser felices en Roland Garros. Pasadas 48 horas del partido, estamos recuperadas y podemos ofrecernos para armar un grupo de apoyo con los dolientes de la final de Wimbledon 2019 y la de Roland Garros 2025.
Qué bonito es el tenis, qué cruel es el tenis. En palabras de Mardy Fish (ex tenista profesional) es “el deporte más duro del mundo, no hay reloj que marque el final, no se puede pedir time out [como en el basket, por ejemplo], no se puede pedir cambio, no hay nadie que te diga qué hacer”. En la cancha de tenis uno está solo, con su alma, sin ayuda alguna para tomar decisiones en fracciones de segundo, una y otra vez, mientras corre atrás de la pelota, hasta ganar (o perder) último punto. Y en ese último punto está toda la diferencia entre la felicidad y la desdicha. El domingo, Jannik Sinner ganó, en total, un punto más que Carlos Alcaraz (193 versus 192), pero no el más importante.
La final masculina es uno de los mejores partidos de tenis que hemos visto (y hemos visto muchos en nuestras jóvenes vidas). El drama, el suspenso, las remontadas de uno y de otro, y, sobre todo, la calidad de los puntos. Lograron ángulos imposibles, rescataron pelotas de lugares insólitos, no dejaron rincón de la cancha sin recorrer, no se dieron tregua ni se quedaron a esperar los errores del rival. Fue una final magnífica, la más larga de la historia de Roland Garros, que Alcaraz terminó arrebatándole a Sinner.
En la entrega de premios, Jannik Sinner dijo que seguramente no iba a dormir bien esa noche (sus fans tampoco). Es probable que haya tenido pesadillas con el partido, pero creemos que no tiene mucho que reprocharse. Quizás podría haber sacado mejor, su porcentaje de primeros saques no superó el 54%, pero es un detalle. Dejó todo en la cancha y esta vez no le alcanzó.
Una vez hecho el duelo correspondiente, esperamos que Sinner pueda darse cuenta de que ha hecho algo extraordinario. Después de 90 días parado, sin siquiera poder entrenar con otros tenistas profesionales en actividad, jugó dos finales en la superficie que menos lo favorece y la segunda, que era nada menos que la de un torneo Major, estuvo a 5 centímetros de ganarla. Todos temíamos lo peor después de ese cuarto set y del quiebre de servicio de Alcaraz en el comienzo del quinto set. Sin embargo, Sinner mostró que no es casualidad que sea el número 1 del mundo hace 53 semanas: peleó hasta el último punto. Tus fans están (amos) tristes, pero orgullosos.
La falta de partidos tal vez le haya terminado afectando al momento de cerrar. Quienes jugamos (o hemos jugado) tenis, sabemos que entrenar y competir son dos animales diferentes y lo difícil que es ganar el último punto. La práctica de ganar matchpoints solo se obtiene jugándolos.
Nos gustaría destacar que el partido bien podría haberse jugado sin árbitro. Los jugadores se concedieron mutuamente fallos equivocados de los jueces de línea, no hubo salidas al baño, pedidos de tiempo médico cuando el partido se tornaba desfavorable, ni raquetas rotas. Fue uno de esos días en los que el tenis pudo mostrar lo mejor de sí, gracias a estos dos talentos generacionales. Ya les habíamos dicho que el tenis estaba en buenas manos, esta final memorable es una nueva confirmación.

Nuestra especial admiración a Jannik Sinner que, después de una derrota de esa naturaleza, se mantuvo estoico, felicitó a Alcaraz, agradeció a su equipo, ¿al público? (se ve que estaba tan concentrado que no se dio cuenta de que solo su equipo, su mamá y George Russell querían que él ganara) y hasta se acordó de agradecer a los recoge pelotas y a los jueces de línea.
Por último, queremos felicitar a Carlos Alcaraz, merecido campeón de Roland Garros. Esperamos que la pase muy bien en su escapada a Ibiza y que su coach y su agente lo dejen disfrutar en paz: se lo ha ganado.

A propósito de buenos perdedores, la subcampeona de Roland Garros 2025, Aryna Sabalenka, decidió emular a Serena Williams: se negó a reconocer los méritos de su rival. Pero retrocedamos un poco.
La final femenina de Roland Garros se jugó en condiciones espantosas. Vientos huracanados (según le escuchamos a Sam Querrey el viento dentro de la cancha alcanzó las 20 millas por hora) y humedad. El techo de la Philippe Chatrier no se cerró porque no había amenazas de lluvia y los reglamentos de tenis lo definen como un “deporte al aire libre”.
Sí, esas condiciones son menos desfavorables para Coco Gauff que tiene en su repertorio micro pasitos de ajuste que le permiten acomodarse más rápido ante un movimiento en el aire de la bola, pero jugar en medio del huracán Mitch no es agradable para nadie. Gauff supo adecuarse mejor a las circunstancias y mantener la bola dentro de las líneas, requisito fundamental para ganar un partido. Es una de las mejores atletas que hay en ambos circuitos, llega a todas las pelotas, nunca se da por vencida y siempre te hace jugar una bola más para ganar el punto. Terminó desesperando a Sabalenka que empezó a arriesgar cada vez más porque no importaba cuan angulados y potentes fuesen sus tiros Coco siempre estaba ahí. No es casualidad que el head to head estuviese empatado a 5 antes de la final.
Los datos dicen que Aryna Sabalenka cometió 70 errores no forzados (UFE por sus siglas en inglés). ¿Cuántos fueron realmente no forzados y cuántos fueron producto de la presión que ejercía su rival? Cuán preciso puede ser el conteo de UFE en un partido que se juega con semejante viento.
Coco Gauff jugó un gran Roland Garros, su triunfo es más que merecido. Es una pena que Aryna Sabalenka, cuyo enojo es comprensible (a nadie le gusta perder una final y menos jugando por debajo de las propias posibilidades), haya sido tan mezquina en su discurso de la entrega de trofeos. No conforme, redobló la apuesta, y en la conferencia post partido señaló que su contrincante había tenido suerte y que si en la final hubiese estado Iga Swiatek seguramente la habría ganado. Gauff correctamente le recordó que en el Masters 1000 de Madrid le había ganado 6-1, 6-1 a Iga.
El lunes 9 de junio, Sabalenka publicó una semi disculpa en su cuenta de Instagram. Sigue culpando a las condiciones climáticas y a sus errores, pero admite que Coco Gauff fue una justa ganadora.
La forma en que los atletas se comportan en las derrotas suele decir más sobre su carácter que las celebraciones en los momentos triunfales. Antes de cerrar su conferencia Sabalenka comentó que se iba a Mykonos a comer dulces y tomar alcohol, específicamente, ositos de goma y tequila. Nos parecen gustos gastronómicamente reprochables, pero tenemos unos cuantos deseos para ella: un buen descanso, que analice con su equipo por qué le cuesta tanto jugar contra Coco Gauff, que aprenda a ser mejor perdedora y que no se cruce con Apostolos Tsitsipas.
No nos molestan las peleas entre tenistas, ni una que otra pataleta o exabrupto para liberar tensiones. En efecto, admiramos la solvencia de Stan Wawrinka para romper raquetas. Uno de los condimentos esenciales de los partidos Federer-Djokovic era la notoria antipatía entre ellos, que Roger hacía extensiva a los padres de Nole. Ahora bien, una cosa es que te caiga mal tu oponente y otra, bien distinta, ser maleducada.
Desserts de Paris
Loïs Boisson. Hasta el domingo final de Roland Garros había sido LA historia del torneo. Esta francesa de 22 años se rompió los ligamentos cruzados en 2024 poco antes de debutar en Roland Garros. Estuvo más de 9 meses en recuperación y este año volvió a la cancha en un torneo ITF que la había hecho famosa, no por su tenis sino por el “Dove-gate”. Su rival, Harriet Dart, en un cambio de lado le solicitó a la árbitro del partido que por favor le dijese a Boisson que se pusiera desodorante porque olía fatal. La jueza se quedó atónita y, por supuesto, desestimó la petición, que, seguramente, estaba motivada por el baile que le estaba propinando Boisson a la inglesa. Hay que agregar que Boisson se lo tomó con humor y le pidió a Dove una colaboración a través de su Instagram. Así llegaba a Roland Garros, con una nueva invitación al cuadro principal y sin mayores expectativas. No obstante, fue avanzando una y otra ronda. Le ganó un partido épico en los octavos a Jessica Pegula (4 del mundo, pero especialista en canchas rápidas) y en cuartos, a Mirra Andreeva (7 del mundo con apenas 18 años). Boisson se impuso con su juego, un drive con mucho topspin (la mayoría de las mujeres suelen jugar más plano), un buen servicio, un revés con slice más que decente, un estado físico envidiable, pero también gracias al público que, en numerosas ocasiones, especialmente en el partido con Andreeva, interfirió groseramente en los puntos. Loïs Boisson perdió en la semifinal con la futura campeona, Coco Gauff. Este triunfo puede cambiar su carrera. Haber escalado casi 300 posiciones en el ranking (del 361 al ¡65!) le permitirá jugar torneos de la WTA y hasta acceder directamente a los cuadros principales. Con el premio ganado por haber llegado a semifinales (casi 800.000 dólares) podrá contratar un equipo que viaje con ella y suponemos que recibirá propuestas de alguna marca de ropa deportiva. E incluso de Dove. Es una jugadora interesante, con un juego distinto. Seguiremos con atención sus próximos pasos.

El público francés-continuación. Es, sin dudas, el peor de los cuatro torneos de Grand Slam. Es lógico que apoyen a los jugadores locales, pero la forma en que trataron a Mirra Andreeva, una niña de 18 años, fue vergonzosa. Alaridos ante cada error cometido (incluidas las doble faltas) por Mirra, el insufrible “po, po, po, ropooooo, oleeeee” entre primeros y segundos servicios, pifias si, ante los gritos, detenía su movimiento de saque o si osaba pedirle a la referí que bajase de su silla a revisar una marca. El comportamiento del público durante el partido entre Boisson y Pegula fue similar, pero hay una diferencia clave: Jessica Pegula tiene 30 años y, por lo tanto, una mejor capacidad emocional para afrontar la situación. Mirra Andreeva hizo lo que pudo, pero fue desbordada por la hostilidad del público y pasó todo el segundo set conteniendo las lágrimas. A Jannik Sinner no le fue mucho mejor, si bien el público francés no llegó a abuchearlo, debió jugar las casi 5:30 horas de partido con 14.900 personas a favor de Alcaraz. Adriano Panatta quedó indignado. No nos sorprendería que armase un escuadrón para ir a recuperar la Gioconda.
Horacio Zeballos. La cuarta es la vencida. Después de tres finales de Grand Slam perdidas, y a los 40 años, Zeballos se convirtió en campeón de dobles de Roland Garros con su compañero desde 2019, el español Marcel Granollers. Es el primer argentino en ganar una final masculina de dobles. Confiamos en que no volverá a quedar fuera de ningún equipo de Copa Davis. Zeballos, además, nos regaló uno los mejores puntos, o quizás el mejor, de Roland Garros:
Jasmine Paolini. Nuestra Jasmincita es campeona de dobles de Roland Garros con Sara Errani, que venía de ganar el dobles mixto con Andrea Vavassori. Son una dupla fantástica, verlas desplegar su estrategia en cancha es un placer y ganaron un partido apretado y emocionante. Confiamos en que este triunfo le devolverá confianza para afrontar la temporada de pasto: Jasmine Paolini defiende los puntos de la final alcanzada el año pasado en Wimbledon.
Iga is (not) back! Jugó dos primeros sets atrapantes en su semifinal contra Aryna Sabalenka para después… terminar perdiendo 6-0 en el set final. Una lástima, parecía haber recuperado su forma, pero según sus palabras en la conferencia post partido, había consumido toda la energía emocional que tenía en el intento de remontar, sin éxito, el primer set. También comentó que no pensaba tomarse días de descanso porque tenía que preparar la temporada de césped. Insistimos en que debería irse con Carlitos unos días a Ibiza. Qué pena que no nos lea.
Novak Djokovic. Tal vez hayamos visto su último partido en Roland Garros. El paso del tiempo es implacable y es difícil imaginar que siga jugando si no cree que tiene posibilidades reales de ganar otro Grand Slam. Su despedida de la cancha y sus declaraciones posteriores indican que no está garantizada su participación en 2026. Si este fue su último partido en París, tuvo una despedida más que digna: perdió en semifinales con Jannik Sinner y no nos privó de sus llamados al trainer, por motivos de inminente derrota. El equipo médico de Roland Garros lo va a extrañar casi tanto como sus fans.

Aleksandr Búblik. Uno de los jugadores más talentosos –y menos esforzados– del circuito, decidió que no quería abandonar el top 50 y jugó este Roland Garros con toda la seriedad que le permite su cabeza. Tuvo un par de partidos casi perfectos, primero contra Alex de Minaur (8 del mundo) a quien le ganó después de ir 2 sets abajo y, a continuación, en 4 sets a Jack Draper (4 del mundo). Después del partido contra Draper declaró que, si no llegaba a ganar el cuarto set, iba a regalar el quinto, porque había dejado pasar su oportunidad de quedarse con el partido. Sus declaraciones no tienen nada que envidiarle a sus dropshots.

Alexander (Sasha) Zverev. Ojalá algún día, aunque sea por dos horas, podamos conocer la sensación de tener su autoestima. Llegó a Roland Garros lejos de su mejor nivel, tras una derrota en segunda vuelta en Hamburgo con un jugador proveniente de la clasificación. Según él, esa derrota fue culpa de las 37 veces (precisión alemana) que había vomitado la noche previa al partido. Ya en Roland Garros, antes de su encuentro con Djokovic declaró: "para mí, el favorito es Carlos, ya lo he dicho antes. Después estamos Jannik, yo y Novak. En ese orden”. Zverev perdió en cuartos de final contra Djokovic. La estrategia de juego que adoptó Sasha fue la de siempre: pararse en el fondo de la cancha a esperar que, eventualmente, su rival haga combustión espontánea. Así le fue. La culpa, esta vez, fue del ciclo diurno. El cambio de condiciones en la velocidad de la pelota, a causa del atardecer, se interpuso entre Zverev y la victoria.
Fa fa fa fa fa fashion
Cómo no hablar de moda en París, cuna de la alta costura. En la entrega pasada habíamos hecho un breve repaso por los conjuntos de los tenistas de Roland Garros. Aquí les dejamos nuestros veredictos finales:
Lo mejor. Los atuendos que diseñó Nike para las mujeres. La colección homónima de Andrey Rublev, en colaboración con K-Swiss, también nos gustó.

Lo peor: lo único positivo de que Jannik Sinner haya perdido la final es que no habrá imágenes de él con el trofeo de campeón, disfrazado de Luigi de Súper Mario Bros (por consideración a nuestros lectores no copiaremos más fotos). Sin embargo, el mayor atentado al buen gusto que vimos este año fue el kit de Naomi Osaka, diseñado por ella e inspirado en la temporada de cerezos en flor de Japón.

Esquina de recomendaciones
Quizviajero. La recomendación viene muy de cerca, pero no hay mejor newsletter sobre viajes, ni mejor agencia para hacer viajes grupales a Europa.
Monday Match Analysis. El podcast oficial de los nerds del tenis, conducido por Gill Gross. Si les gustan los datos y el análisis de la minucia de los partidos, este es el lugar.
Lucky Losers. Podcast de tenis en español (en chileno, mejor dicho), conducido por Raimundo y Santiago. La frecuencia es medio antojadiza y, a veces, se concentran exclusivamente en los tenistas chilenos, pero hacen resúmenes excelentes de los principales torneos.
Quisiéramos dedicar unas líneas a las madres de Alcaraz y Sinner. Pobres mujeres, empezaron el partido con 20 años menos. Nos alegra que hayan sobrevivido, en particular la mamá de Jannik Sinner que no suele aguantar el estrés que implica ver un partido completo de su hijo. Por lo general, se va a caminar. Ayer, tranquilamente, podría haber terminado en la frontera con Alemania.
Antes de despedirnos, no podemos dejar de señalar el papelón que fue la transmisión de la final masculina por ESPN. Hasta en la televisión pública española deben haber sido más imparciales. De Feliciano López no podemos pretender neutralidad, pero los comentarios del dúo Clerc-Orsanic se pasaron dos o tres países. Los puntos que ganaba Sinner, aunque hubiese hecho un triple mortal antes de golpear la bola, eran por errores de Carlitos, mientras que cualquier punto de Alcaraz era el mejor de la historia. Daniel Orsanic llegó a decir, como si nada, que Alcaraz era mejor que Federer, Nadal y Djokovic. Mesura es su segundo nombre. Sabemos que Sinner es menos expresivo, que su estilo no es bailar la Macarena después de ganar un punto, pero eso no lo hace aburrido. El contraste de personalidades también es uno de los atractivos de nuestro querido deporte.
Comentario aparte para la admirable consistencia de Lalo Varela: puede pronunciar de ocho maneras diferentes en un mismo set el apellido de un solo jugador. Este año el apellido elegido para destrozar fue el de la pobre Boisson, a la que llamó de muchas maneras menos “Buasón”. Qué misterio por qué ese señor sigue siendo parte de la cobertura en español para ESPN.
Las penas del tenis solo se pasan con más tenis. La próxima parada es la temporada de pasto, nuestra favorita y también la de Casper Ruud, que suele aprovecharla para mejorar sus dotes golfísticas. Nos leemos pronto para comentar los primeros resultados y la vuelta del tenis femenino al torneo de Queens después de más de cincuenta años.
Como siempre, las fotos de despedida.
Hasta la próxima,
Caterina y Laura
qué alegria saber que hinchaban por Sinner. Aún me dura la tristeza.
De nuevo, gracias, es lindo leerlas.
Bueno. Se me humedecieron lojojo con la foto final ❤️ Hermoso torneo, comparto el sabor amargo de no haber visto a Sinner con la Copa de los Mosqueteros en mano. Ya llegará... También me dura el enojo por el bullying del público a la pequeña Mirra y el asqueo con la transmisión de ESPN. Pero el buen tenis ha compensado los malos puntos. ¡Hasta el césped, genias!